Mi primer viaje en tren y avión
Experiencia de un viaje, es un que hice por primera vez en los trenes más antiguos desde granada hasta Sevilla, eran los viejos vagones que tenían los asientos de madera, andaban con vapor, era lento, con un traqueteo que no imaginaba en mis veinte años, cuando los mozalbetes no usábamos zapatos hasta que se llegaba a ser mayor de edad. nunca había visto un tracto andando por las vías soltando unos chorros de vapor, era otoño. Era un cuatro de noviembre del año 1965, aquel día había amanecido lluvioso, el primer contacto, en un camión pegaso, de los que traían el mineral de las minas de Órgiva, aquella mañana, eran difícil, para llegar a Vélez de Benaudalla, donde me despediría de mi novia en que tenía que coger la alsina, hasta la llegada a Granada. Allí esperaba un sargento, para trasladarnos al acuartelamiento Córdoba diez de Granada, donde pasaría la primera noche en este puesto, de recluta, yo me encontraba, como gallina en corral ajeno, ya que me encontraba el un lugar que nunca imaginé.
Alguna vez me comentaron algo sobre, el servicio militar, nada que ver con el poco valor de lo que vale una persona, ante los mandos militares, esto cambia, cuando, te marchas de la casa paterna y materna, donde tanto mimo  te dan no lo espera uno, parece, cuando se destetan los corderitos, que lo pasan mal cuando se tienen que valer por sí mismos. los jefes de los militares se sienten orgullosos de mandar a su forma, no a razón de normas que satisfagan a los demás. Bueno, esto se cuenta cada cual le halla ido. el cinco del corriente, fuimos trasladados al campamento de las Canteras en Sevilla, por la que pasamos, sin ver demasiadas cosas, porque los camiones llevaban tordos, para proteger de la lluvia, que no paró en todo el trayecto, así que en el aeropuerto militar, estaba hecho un barrizal, con charcos por todas partes, pronto aparecieron los aviones, eran cuatrimotores, viejos, desgastado, de la guerra civil española. Era la primera vez, que escuchaba el ensordecedor ruido de los motores, seguía lloviendo, como lo hizo en todo el viaje, cuando me vi en ese estandarte, me quedé extrañado, eran siete los que salieron este día, con destino a Sidi Ifni, al cruzar por el estrecho, una capa de nubes lo cubrían por  completo, de vez en cuando se veía algún barco, entre las blancas nubes, pasado esto, la tormenta se hizo cada vez más intensa, los rayos pasaban por las alas, impactando en el pararrayos, dos de los aviones tuvieron que regresar al punto de partida, después regresaron a los pocos días.
Esto fue una experiencia que no se olvida, jamás hubiese imaginado esto, estos viejos aviones sufren con las turbulencias durante el trayecto, hay veces que te da miedo, no estaba acostumbrado, era la única vez, los meandros de los ríos iban a rebozar, seguía la lluvia, y llegamos al destino y no paraba de llover. el aeropuerto de Sidi Ifni, estaba hecho un barrizal, nos llevaron hasta el acuartelamiento, donde dormimos una noche, al siguiente nos trasladan al campamento, aquí empieza el trabajo instalando la chabola, que compartimos unos dieciséis reclutas, cada uno de una comunidad diferente y con pensamientos distintos. Esta convivencia durante el año que duró el servicio militar. Para ir a los servicios, había que cruzar una riera, que por cierto ni llevaba agua, esto era una zanja excavada en el terreno que se tapaba cuando se llenaba, estaba casi a oscuras, por lo que, aprovechaban algunos, para sustraer la gorra al compañero que se descuidaba. por las mañana tocan diana a las seis, era oscuro, había que formar en un minuto, todo era de prisa, el que se descuidaba, ya sabía lo que le esperaba, un arresto, eso no se salvaba nadie, bien en la cocina fregando platos o una imaginaria por la noche. las botas tenían que brillar, sino un castigo,que te fastidiaba, el poco del tiempo libre. no había que tomar pastillas, para dormir, por las noches estaba rendido de tanta instrucción, no había tiempo para ni siquiera escribir una carta, que a veces recibimos de el correo que transportaba Iberia, desde la península, por lo que nos alegraba, de verle asomar por el Atlántico, buscando el aeropuerto de Sidi Ifni, donde pasamos un año aproximadamente.

También  estuvimos tres meses en la montaña, allí fuimos  en un camión militar, era un destacamento, donde había un cabo primero y cinco soldados y un cabo, al mando de un fusil ametrallador, eran trincheras, de las que había visto en mi pueblo, en los años de mi juventud, incluso había rebuscado cápsulas vacías, de la Guerra Civil española. el dormir por la noche, esto si que era un calvario, bien por las guardias, que se hacían, o por las famosas chilches que se te pegaban en el cuerpo, el colchón, tampoco ayudaba, una poca de paja que se hacía insoportable conciliar el sueño. los camellos que llegaban hambrientos hasta la misma alambrada, más  de un sobresalto nos llevamos por la noche.
El agua que la llevaban en una cisterna, a veces se quedaba vacía, y era imposible de conseguir ni para beber, esto pasó en alguna ocasión. este viaje, se me quedó grabado, para el resto de mi vida. aquella carne de membrillo, que hizo mi madre con tanto esmero, y que me hicieron deshacerme de ella, en el tren, y que tanto me acordé de ella en este tiempo, que estuve en las tierras africanas, quién podría imaginar, las comidas, que en más de una ocasión no fui capaz de tragar, por lo mal que sabían, sobre todo los estofados de viejas camellas, o la famosa sopa a la marinera. han pasado los años, a veces me recuerda y pienso, no encuentro respuesta, esto no es para contarlo es para vivirlo. cuando tienes poco más de veinte años y no sabes como te ha sucedido.
Este ha sido una experiencia, que llevo en la mente, estos momentos que no hubiese imaginado, hoy cuando siento de un accidente en un avión que ha habido varios accidentes, con motivo de la turbulencias, esto me recuerda de aquel día de tormenta, que sufrimos desde sevilla hasta las tierras africanas. Hoy  a los cincuenta y tres años, me queda la nostalgia de aquel jueves, que me recuerda, este primer viaje, lo mismo en tren que en avión, ¿qué cambio tan significativo? lo mismo en los transportes de avión o del tren eso no hay más que verlo en estos últimos años, incluso en el Pegaso que cogí a primeras horas de aquel jueves cuatro de noviembre, ahora recuerdo aquel accidentado viaje militar, sin más un saludo desde punto de partida...
Manuel Escañuela...


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